El 26 de agosto se llevaron adelante las XXXII Jornadas Nacionales de Carteles en la ciudad de Córdoba. "Elaboración colectiva (…) producción individual", su título dice de lo que se produjo hacia las jornadas, en ellas y las resonancias posteriores.

Los zumbidos marcaron el trayecto, con trazos que transmitieron, cada uno, algún hallazgo respecto de lo colectivo y lo individual del trabajo del cartel.

El efecto fue contagioso. Casi 500 cartelizantes llegaron a Córdoba para presentar sus productos, escuchar, preguntar, discutir y sobre todo, encontrarse. En la Manzana Jesuítica se sintió lo vivo de la Escuela, lo libidinal de la transferencia de trabajo.

En las mesas plenarias, los colegas tomaron el hilo de lo colectivo del cartel, su tratamiento y elaboración, la investigación y la producción individual. Allí pudimos escuchar con rigurosidad epistémica, cómo se anudan Cartel y Escuela, cómo lo pensó Lacan y cómo es dicho anudamiento en el momento político actual. Lo fundamental del cartel como tratamiento de lo segregativo y del efecto de masas, anti jerárquico y anti dogmático en la vida de Escuela.

Doscientos cuarenta y cuatro trabajos presentados en más de sesenta mesas simultáneas, dieron cuenta de la Escuela despierta que nos propuso Lacan. En la "puesta a cielo abierto" de los productos de los cartelizantes, en ese pasaje de lo privado de la elaboración al conjunto de la Escuela, se produjo la conversación y la transmisión de los hallazgos, los atisbos de un saber no acabado que se construye y se inventa, no sin otros. No sin el cartel, no sin la Escuela.

Queda resonando la alegría del encuentro, las preguntas abiertas. El cartel, órgano base de la Escuela, tiene toda su vigencia. Pudimos corroborar en estas Jornadas que hay un porvenir del psicoanálisis sostenido en la formación de los analistas.