Durante la mañana del sábado 12 de agosto de 2023 la Escuela abrió sus puertas para un acontecimiento. Con un zoom colmado y en cada una de sus Secciones y Delegaciones, una multitud de practicantes asistió a la conversación hacia el XIV Congreso de la AMP: "Todo el mundo es loco". La conversación mantuvo el carácter enigmático del aforismo, intentando responder al llamado del despertar de posibles ensoñaciones.

Contamos con la notable presencia de Eshela Solano Suárez quien, con mucha precisión y generosidad, nos aportó una perspectiva para conversar sobre el problema de la enseñanza del psicoanálisis.

La coordinación de la mesa y su apertura estuvieron a cargo de Manuel Zlotnik. Los autores de los trabajos que dieron el punto de partida para la interlocución durante esta primera parte fueron Silvina Molina y Lucas Leserre.

Silvina Molina en su trabajo titulado "Leer con el oído" utilizó la figura de la brújula cerca del polo, como metáfora para ilustrar su pregunta sobre cómo orientarnos en la última enseñanza. Resaltó que el valor de las orientaciones que nos propone Jacques-Alain Miller, funcionarán si hacemos pie en su falla. "Todo el mundo es loco" entre comillas, indica que se trata de una ironía que Jacques- Alain Miller ejecuta para atacar cualquier forma de pensamiento que tienda a estabilizarse en un sentido. Situó una oposición entre la clínica diferencial y la clínica universal del delirio, que es la clínica de Freud con su idea de que todo el mundo sueña. Citando a Gil Caroz[1] en la presentación del argumento, Silvina arriba a la pregunta: ¿Existe el grado cero de Delirio? ¿Es la letra acaso el único grado cero posible, o es esta también, otro delirio?

La presentación de Lucas Leserre, elaborada en el marco de un trabajo de Escuela, llevó de título "Efecto de retorno de Todo el mundo es loco". Tomando el aforismo desde los últimos desarrollos sobre las psicosis, podemos decir que cada delirio, desde los más endebles hasta los más duraderos, edifican cada uno sus propios sentidos, sus propios matemas. El analista se esfuerza en poner en suspenso el propio deliro para poder escuchar el de sus pacientes.

En consonancia con este trabajo, Esthela Solano señaló que en el contexto de la época hay una dominancia jurídica que poco a poco sumerge a la clínica y sus categorías. Hoy las encontramos transformadas en estigmas o en nombres que agrupan a conjuntos de sujetos que comparten un estilo de vida. Es por esto que Jacques- Alain Miller propone no poner el acento en la clínica sino en la enseñanza del psicoanálisis.

El discurso analítico no puede ser materia de enseñanza. No sólo en la universidad, tampoco en el marco analítico. En primer lugar, porque no se trata del bla bla que podemos sostener en cualquier conversación, sino que es un lazo social particularizado en una experiencia, entre un analista y un analizante. Por otro lado, se puede decir que no enseña nada porque excluye la dominación entre sus agentes, condición para la producción de saber que sí existe en los otros discursos.

En el discurso analítico, el objeto a está en el lugar del agente causando el deseo de trabajar sobre la división subjetiva y el saber que viene al lugar de la verdad. No es un saber permanente sino fulgurante que se renueva sin cesar.

Por lo tanto, el saber de la clínica analítica no es un saber universal. Y si hay algo que Lacan nos dejó como brújula, es que nos cuidemos de universalizar. La clínica lacaniana se orienta por lo real, se trata de ver la manera de cada uno para arreglárselas con el goce.

Soñar, hablar, delirar, creer comprender, no son más que trampas del lenguaje que nos alejan del despertar. La enfermedad mental del inconsciente no se cura nunca, no mientras sigamos hablando.

Nos conviene "Leer con el oído" para poder separar al significante de sus sentidos y hacer repercutir algo de las marcas de goce que dejan trazos en el cuerpo.