La invitación a escribir una resonancia de nuestras XXIII Jornadas Anuales de Sección, jornadas en las que tome parte desde el primer momento, a través del cartel epistémico junto a Camila Candioti, Silvia Puigpinós, Diego Villaverde y Gabriel Racki como Más-Uno, me llevó a recordar los hilvanes que se fueron tejiendo en el cuerpo del argumento y los ejes.
La frase de Lacan de la que partimos: "Amar al inconsciente. Quien no lo ama yerra" nos interpeló y llevó a investigar el par amor-inconsciente así como el par amor-transferencia desde distintos sesgos. Insistiendo como pregunta: ¿cuál será el error de no amar ese saber no sabido, de no dejarse enredar en ese saber equívoco que habita a cada sujeto?
Aventurarnos en la tarea de causar el deseo de conversar en la Sección dio lugar a intercambios fluidos a través de las noches preparatorias, que enriquecieron el debate acerca de la pregunta: ¿de qué amor se trata y de qué modo opera en un análisis? Lo que nos orientó a situar escansiones temporales: cuando uno comienza un análisis, cuando uno entra en análisis o cuando el análisis perdura.
Si el inconsciente es ese saber no sabido que emerge en el tropiezo, en el lapsus, y más adelante en la equivocación, pusimos al trabajo en estas jornadas en la mesa de Psicoanálisis losange Instituciones como se comienza hoy a amar el inconsciente, donde los colegas sumaron su decir, su experiencia viva acerca de la transferencia en la práctica en instituciones: ¿Cómo surge? ¿Cómo se hace posible? acercando hallazgos singulares que nos pusieron a conversar. Dando cuenta de que no es sin la transferencia, no es sin la presencia del analista, como es posible que alguien comience primero a creer en la significación para así hacer existir ese saber que no está previamente.
Investigar las declinaciones del amor a la luz de la última enseñanza de Lacan, nos llevó a pensar la no relación entre verdad y saber, desde el momento en que lo real para Lacan se formula como excluido del sentido. ¿Cómo pasamos del inconsciente como discurso del Otro, o del inconsciente estructurado como un lenguaje, a otras versiones del inconsciente que destacan más su rasgo de Uno solo, del monólogo?
¿Y si uno lleva un análisis hasta el final? La mesa del pase hizo lugar a debates muy interesantes y perspectivas clínico- epistémicas acerca de cómo un psicoanálisis demanda al analizante amar a su inconsciente. Abordando el desenlace de la pareja analista- analizante, y sus avatares, cuando la pareja de la que se trata es la del analizante con su propio inconsciente.
La Escuela como experiencia de discurso viva, con sus dispositivos encarnados, hizo posible un clima de conversación que apuntó a bien decir la práctica y a disfrutar de unas jornadas muy enseñantes.
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Gabriela Camaly
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